En
el proceso de construcción de la personalidad intervienen muchas
variables estudiadas profundamente; la predisposición genética, el
temperamento, la familia, la educación, el proceso de socialización,
el ambiente, los acontecimientos vitales y otras. Todas ellas nos
parecen entidades importantes, pero existe una, a nuestro entender,
que junto a la predisposición genética creemos que ha de ser
destacada. Son las primeras relaciones que se establecen con el
cuidador principal (madre, padre u otros).
Al
nacer ninguno de nosotros somos capaces de regular nuestras propias
emociones (Botella, 2005; Schore, 2001; Fonagy, 1999). La relación
más temprana que se establece y nos permite aprender a regular
nuestro sistema emocional es la vinculación afectiva o apego con el
cuidador más próximo, que se encargará de responder a nuestras
señales o reacciones emocionales (Fonagy, 2004). Esto dependerá de
la proximidad y seguridad alcanzada a través de la conducta de apego
y por supuesto de la disponibilidad del cuidador primario (Hervás,
2000; Main, 1996). Estos lazos o vínculos afectivos que se
establecen y perduran en el tiempo hacen sentir al individuo los
primeros sentimientos positivos (seguridad, afecto, confianza) y
negativos (inseguridad, abandono, miedo). Para Lafuente (2000), la
relación afectiva paterno-filial es el asiento fundamental de los
sentimientos de seguridad o inseguridad que presiden respectivamente
las vinculaciones de buena y mala calidad.
Sobre
la vinculación afectiva o apego y su posterior relevancia, Musitu y
Cava (2001) dicen que existen dos aspectos del ámbito familiar que
se han relacionado sistemáticamente con la autoestima en los hijos;
una, la importancia del apego con el cuidador principal y dos, los
estilos de socialización parental. Esta necesidad humana universal
para formar vínculos afectivos estrechos está recogida en la Teoría
del Apego desarrollada por John Bowlby (1980, 1973, 1969).
En
el núcleo de esta teoría se encuentra la necesidad recíproca de
las relaciones tempranas, lo que para Hofer (1995) es ya una
precondición normal probablemente en todos los mamíferos,
incluyendo los humanos.
Bowlby
(1993, pp, 60), que fue el primero en desarrollar una teoría sobre
el apego definió la conducta de apego como “cualquier forma de
comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad
con respecto a otro individuo diferenciado y preferido. En tanto que
la figura de apego permanezca accesible y responda, la conducta puede
consistir en una mera verificación visual o auditiva del lugar en
que se halla y en el intercambio ocasional de miradas y saludos.
Empero, en ciertas circunstancias se observan también seguimiento o
aferramiento a la figura de apego,
así como tendencia a llamarla o a llorar, conductas que en general mueven
a esa figura a brindar sus cuidados”.
Teniendo
en cuenta esta premisa y apoyándose en las investigaciones sobre
plasticidad cerebral, que han puesto en evidencia que durante los
primeros años de vida tiene lugar un proceso de desarrollo muy
importante, Botella (2005) cita unos principios básicos:
•
Todos los animales, incluidos los de la especie humana, buscan la
protección y cuidado de sus padres cuando experimentan peligros y
amenazas.
•
Esta búsqueda de protección tiene un papel evolutivo de
supervivencia fundamental (Hofer, 1995).
•
En general, la figura de apego es la madre y rápidamente se genera
una clara preferencia hacia ella (Fonagy, 2004; Del Barrio 2002;
Belsky, 1999).
•
En los bebés, el malestar que conduce a la búsqueda de apego
también puede ser provocado por el hambre, la sed y/o el dolor
físico.
•
El sistema conductual de apego no es único, sino que forma parte de
un conjunto en el que figuran también la exploración, el cuidado y
el apareamiento (Aizpuru, 1994).
•
El sistema de apego tiene una función homeostática al contribuir a
mantener el equilibrio entre las conductas exploratorias y las de
proximidad.
A
esta contribución Girón, Rodríguez y Sánchez (2003) añaden lo
siguiente: cuando se desarrolla una relación de apego saludable, se
satisfacen las necesidades físicas y psíquicas del niño y éste
desarrolla un sentimiento de seguridad. La experiencia de que la
figura de apego (el cuidador) es accesible y responderá si se le
pide ayuda, suministra un sentimiento de confianza que facilita la
exploración tanto del mundo físico como del social (Bowlby, 1990).
Por
todo esto, nos parece muy importante ofrecer un servicio de
orientación para familias acerca de las pautas de cuidado que se
requieren durante los primeros años de vida del bebé, para poder
establecer esos lazos que puedan permitir que éste desarrolle un
sentimiento de seguridad que sea predictor de una futura estructura
de personalidad fuerte y saludable.
2. OBJETIVO GENERAL
Dotar a los padres y madres de hijos menores de 3 años de la
localidad de herramientas suficientes para afrontar la crianza de sus
hijos con responsabilidad y alegría.
3. OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
- Difundir aspectos básicos y necesarios acerca del establecimiento y el fortalecimiento del apego seguro entre los/as padres/madres y sus hijos/as.
- Ofrecer pautas educativas para inculcar hábitos saludables ( alimentación y sueño fundamentalmente) de una forma que respete la evolución natural de los/as niños/as y que no entorpezca la relación afectiva con sus padres/madres.
- Proveer a los padres/madres de los conocimientos necesarios acerca del desarrollo evolutivo de sus hijos/as para afrontar con eficacia los retos propios de la primera etapa evolutiva.
- Desmontar mitos y creencias muy aferrados en la sociedad que no tienen ninguna evidencia científica y entorpecen el desarrollo óptimo de la crianza de los/as hijos/as.
4. CONTENIDOS
- Paternidad/maternidad con Apego
- Sensibilidad parental a la hora de establecer rutinas.
- Crianza respetuosa durante los primeros años de vida.
Ver noticia en la web municipal: http://www.lepe.es/ciudad/bienestar-social/noticias/el-taller-formativo-criar-felices-del-proyecto-lepe-siente-se-impartira-en-las-guarderias-de-la-localidad-los-proximos-meses
Fuente: Equipo Lepe Siente - Área de Servicios Sociales, Educación y Vía Pública
Fuente: Equipo Lepe Siente - Área de Servicios Sociales, Educación y Vía Pública
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